Pilar Guijarro Pérez
Aquel olor a miel y canela me atrajo como un imán captura a un clavo. Una fuerza sobrenatural me depositó en mitad de la pastelería Glamour. Una multitud de tentaciones de colores variopintos y formas seductoras me rodeaban. Era todo un espectáculo desde la tarta Selva Negra hasta las tartaletas de fresas y kiwis.
Leer masFrancisco Carrasco Bastante
Todo acabo en ese instante, amarga letanía, tropel de palabras baldías, muy profesional y sin mirarle a los ojos, con tono frio e impersonal el médico juro que jamás caminaría. Que portazo del destino, a sus diecisiete años solo tuvo tiempo de jugar y perder su partida con la vida, ya no vive solo permanece, mañanas huérfanas, pasa la tarde y de luto la noche ocupa su puesto, así hoy y mañana y pasado mañana y al día siguiente, siempre.
Leer masAnónimo
Siempre soñé con volar. No en aviones. Volar de verdad. Extender los brazos, despegar los pies del suelo y dejarme llevar por el viento, como en esos sueños donde uno flota sin esfuerzo, sin miedo. Pero la vida pesa. La rutina, los miedos, las voces que dicen “no puedes”, “no es para ti”. Así que guardé mi sueño en una caja, lo envolví con la cinta de la prudencia y lo escondí en el fondo del armario. Años.
Leer masAnónimo
Durante años pasé caminando frente a aquella puerta roja, oxidada y olvidada entre edificios grises. Siempre imaginé que detrás había algo distinto: un teatro secreto, una librería mágica, tal vez un mundo paralelo. Mientras otros crecían soñando con casas, coches o ascensos, yo soñaba con abrir esa puerta.
Leer masAnónimo
Desde que era un niño, soñé con ese momento: estadio lleno, luces encendidas, millones mirando… y yo, con el balón en los pies. Pero los sueños no se cumplen solos. Hubo madrugones, entrenamientos bajo la lluvia, derrotas amargas, lesiones que dolían más en el alma que en el cuerpo. Mientras mis amigos salían de fiesta, yo me quedaba en casa con hielo en la rodilla y un objetivo en la cabeza: jugar con la camiseta de mi país.
Leer masAnónimo
Soñaba con destruirlo. Día tras día. Año tras año. Ese maldito despertador con forma de gato, con su maullido electrónico infernal a las 6:30 en punto. Un regalo de mi tía Luisa, que “pensó que era adorable”. No era adorable. Era satánico.
Leer masAntonio Ramírez Martín
Con las manos temblorosas abrió el sobre que le acababa de entregar el hepatólogo. Aunque sus ojos vidriosos le impedían ver nítidamente consiguió leer, sin lugar a dudas, que el test daba positivo en las pruebas de compatibilidad entre donante-receptor.
Leer masMontserrat Mozos Recuero
Aún recuerdo el hormigueo constante en el estómago como un sentimiento imborrable de aquellos días, esa sonrisa tonta que se dibujaba en mi cara mientras cargaba con cajas y cajas de aquellos sueños que, por fin, se hacían realidad.
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